No me importa que usted
sea mayor que yo, hoy la quiero en mi cama. O mejor en la suya, verá yo aun
vivo con mis padres y usted es la independiente acá, la con título y trabajo
estable. Cómo te explico que yo recién terminé la práctica y muchas ganas de
tocar un aula no tengo. Así que hoy te quiero en tu cama, pucha, ojalá conmigo,
pero tengo que conseguirme luquita para la bip y cachaste que hacer calor, así
que ojalá otra luca para la cachantún y unos puchitos sueltos. Ya po. Préstame
plata, qué te cuesta, te la pago en carne, en cartílago o lo que alcances a picar de acá.
martes, 17 de enero de 2017
Reflexión en torno al apellido Gálvez
Pienso en el
patronímico que adorna mi nombre. En Chile existen alrededor de 25 mil personas
con el apellido Gálvez, lo que nos ubica en el sitial 142 a nivel nacional.
Teniendo en cuenta que el primer Gálvez, el Gálvez primigenio, llegó a estas
tierras con el mismísimo Pedro de Valdivia lo justo es que ocupásemos los
primeros escaños, pero estamos lejos de aquel podio. ¿Por qué? ¿Es acaso el
Gálvez poco hábil en las artes amatorias o es más bien un coliflor
irremediable?
Soltería, biología, monorquidia.
Todos los años tras
revisar el cúmulo de fracasos amorosos que ostento me da por inventar alguna
teoría que explique mis desdichas. Este año, por ejemplo, he decidido culpar a
mi monorquidia. La deducción es simple más no poder: los testículos segregan
testosterona; a mayor índice de testosterona, mayor atractivo. Por tanto,
mientras más cocos se tenga más irresistible se es; mientras menos, más feo has
de parecer. Como ven, mi persistente soltería es pura biología.
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