lunes, 16 de febrero de 2015

miércoles, 11 de febrero de 2015

Una reflexión sobre series y relaciones.





Las relaciones son como las series. Por muy buenas que hayan sido todas sus temporadas, siempre serán recordadas por sus pésimos, abruptos o ridículos finales. Por eso, cuando una relación termina en mala, nadie recuerda los buenos episodios. Todos nos quedamos con aquel final que a nadie le gustó, salvo a aquellos que desde un principio creyeron que esa serie era una mala idea. También hay relaciones que van de a poco debilitándose, hasta que su cancelación es lo más conveniente para ambas partes. Volver con una ex, por otro lado, es lo que más similar a un remake y todos sabemos que los remakes son un intento forzado que nunca logra conservar el espíritu de la serie original.


lunes, 9 de febrero de 2015

Una anécdota sobre Lemebel.






Lemebel estudió en el Barros Borgoño. Una vez fue invitado a un café literario en aquel liceo. El evento estaba organizado por un pequeño colectivo de estudiantes colitas. Estaba todo listo, pero el escritor se descartó a última hora. La razón: exigía un pago de cien lucas por presentarse.

Era el café literario del un liceo pobre, era el café literario de su ex liceo, era un café literario levantado por mariquitas tal como él. Pero ahí estaba, exigiendo cien lucas en efectivo. El alumno que lo organizaba lloraba al teléfono mientras le decía con su voz de pito entrecortada "Yo creí que usted era un comunista de verdad".


miércoles, 4 de febrero de 2015

El Fin Absoluto del Mundo: El Necronomicón del Cine










Para Antonin Artaud, el cine debía ser capaz de lograr una subversión total de nuestros valores, trastocando nuestra óptica, nuestra visión de mundo y perspectiva. Su lenguaje debía afectarnos como ningún otro arte lo había hecho antes. Destruir nuestra siquis, excitarnos y maravillarnos por igual. Todo cineasta tendría que ir en busca de la cinta capaz de sublevar nuestros sentidos, de transgredirnos cruelmente. Pero ¿y si diésemos con la película capaz de trastornarnos hasta la insanidad? De seguro habríamos llegado a la cúspide del séptimo arte; a la del espectador enajenado, capaz de inmolarse frente a la pantalla ante el efecto que provoca una particular sucesión de imágenes. Un resultado similar al que dicen que provocaban las sinfonías de Paganini – el violinista del diablo - al ser escuchadas en vivo.

La historia del cine se colma mitos urbanos y este es tal vez uno de los más exquisitos: Corría el año 1971 y el festival de cine de Sitges, caracterizado por su línea fantástica, se aprontaba a estrenar una peculiar obra, de la cual nadie sabía nada: El Fin Absoluto del Mundo. Su director Hans Backovic era considerado un terrorista audiovisual; sus cortos convulsionaban la escena under. En ellos se esmeraba por trastocar las emociones humanas, por llevarlas al límite de la insanidad. Jugaba con lo soportable y atacaba las retinas con una violencia nunca antes vista en el cine. Todo esto mediante el uso de imágenes y sonidos que los incomodaran. El deber del director era mantener al público al borde de la butaca, haciendo de su experiencia una travesía sensorial alejada del confort  al cual se había visto reducido el cine en la actualidad. 

Uno piensa tal vez en algunas películas perturbadoras del último tiempo y en los mórbidos deseos de sus directores por angustiarnos a más no poder. Episodios de histeria en la sala de cine no han sido pocos. Basta recordar los ataques que provocó El Exorcista en su tiempo. Otros filmes más actuales como Audition de Takashi Miike o Visitor Q del mismo director provocan náuseas en el espectador menos acostumbrado. Sus retorcidas escenas podrían ser un remiendo de lo que Backovic buscaba.

Imposible quitar de la lista películas como Antichrist de Lars Von Tier o la polémica A Serbian Film. Las cuales al igual que las mencionadas anteriormente dan paso a esa inquietud desbordante que persiste horas o días después de acabado el filme. Lo cierto es que hay películas que dañan, en mi caso particular el listado lo encabeza la coreana Gotijmal.Pero de seguro, ni esa ni las mencionadas se compararían con el desfile de imágenes y atormentadores sonidos, que nos remiten tal vez al sonido de fondo en Eraserhead de Lynch, que Hans Backovic pudo lograr.

La historia oficial nos cuenta que durante el estreno de la película hubo un fallo en la proyección. Desde la cabina, la sala comenzó a incendiarse. Backovic quien concebía la experiencia audiovisual como un continuo sin interrupciones para lograr el efecto deseado, habría llamado a cerrar las puertas con tal de que nadie pudiese salir durante el visionado del film. Por lo que la gente comenzó a desesperarse, a abalanzarse unos sobre otros para lograr salir del lugar.  El humo hacía del ambiente algo aun más denso y desesperante. Hubo avalanchas de gente histérica queriendo salir, golpeando al otro con tal de asegurarse espacio en el rescate. Se dice que hubo varias muertes y varios heridos de diversa gravedad. Pero el verdadero dolor no yacía en sus llagas o en la tristeza de ver a un amigo morir, sino en aquello que se había calado en sus mentes. Las escenas que pudieron contemplar eran las verdaderas culpables de los desmanes.

De alguna forma la película los dominó, los remitió a sus más bajos instintos, los condujo de vuelta hacia la animalidad. Podemos imaginar algunos espectadores desmayados y otros fascinados siendo testigos del la cumbre del arte audiovisual. Poseídos en un frenesí casi diabólico. Recuerdo la sinopsis de una novela chilena contemporánea que no me interesó nunca, pero que trataba de un cuadro que provocaba que el espectador al contemplarlo quisiese arrancarse la piel sin vacilar. Algo así podemos imaginar al pensar en El Fin Absoluto del Mundo: una película cuyas imágenes tendrían tal poder que nos condenarían a la locura.

Los rumores de que el director tenía un pacto con el Diablo son los más usuales. Pero, ¿y si realmente habría logrado la quintaesencia del arte? O si en lugar de un pacto con el Demonio, Backovic habría hipnotizado a su audiencia por medio de las imágenes. Lo único que se sabe de él es que tras el fallido estreno del film, se recluyó en su hogar, obsesionado con la película que había dirigido. No volvió a acercase al mundo del cine jamás y terminó por volarse la tapa de los sesos, anidado en su propia locura y miseria.

Su mujer Katja Backovic declararía años después que la película solo les trajo dolor y destrucción. Pero, ¿qué mostraba el metraje de esta película? Según algunos sobrevivientes el filme más allá de una argumento claro, mostraba escenas similares a las de una película snuff. Se podía ver a unos niños torturando a lo que parecía ser un ángel. Para algunos, un verdadero ángel. Todo esto acompañado por una perturbadora y distorsionada banda de sonido.

Sea como sea, verla supone la muerte. Oficialmente la única copia se destruyó en el festival de cine, pero hay quienes aseguran que algunas copias pueden estar en poder de ciertas agrupaciones secretas, esperando el momento de sacarla a la luz. Porque tal vez El Fin Absoluto del Mundo logra lo que muchas mentes malévolas han soñado: dominar al espectador, hacerlo su títere.

Lo cierto es que la historia del cine se colma de historias de películas desaparecidas y misteriosas. Algunas fueron quemadas por los gobiernos de turno, censuradas, otras siniestradas a raíz de los típicos incendios que afectaban a las bodegas. Así tenemos películas como London After Midnight de Tod Browning, que se ha transformado en el Santo Grial de todo coleccionista.

Como siempre, se dice que algún pudiente aficionado la tiene entre su colección, pero está esperando a que expiren los derechos para poder comercializarla sin incurrir en el delito. Estos rumores esperanzan a miles de cinéfilos que anhelan poder disfrutar de la cinta del director de Freaks por primera, a casi noventa años de su estreno.

Otras películas que se creían perdidas han sido encontradas en impensables cinematecas. Tal como ocurrió  con la maldita Incubus, película de 1965, hablada en esperanto y que abordaba temáticas paranormales y donde gran parte de sus elenco sufrió extrañas muertes.

A pesar de todo lo contado anteriormente, las pruebas prácticamente no existen. Los supuestos fotogramas y material publicitario corresponden a la película de John Carpenter Cigarrete Burns que corresponde a la serie Master of Horror. Esta película intenta rescatar la leyenda en torno a El Fin Absoluto del Mundo. Similar a La Novena Puerta, cuenta la historia de un coleccionista cinéfilo que encarga a su proveedor el encontrar la cinta cueste lo que cueste. De esta manera, el joven comienza a desvelar los misterios que se tejen en torno a la desaparecida película. Algunos optan por creer que todo el enrejado que se cierne sobre El Fin Absoluto del Mundo no fue más que un viral, una campaña publicitaria para el telefilme de Carpenter, al más puro estilo de La Bruja De Blair. Esta posibilidad, que bien puede ser cierta, deja mucho que desear. Pues recordemos que la película de Carpenter no es más que una película hecha para televisión, un mediometraje de presupuesto moderado que no necesita llenar salas de cine ni recuperar fastuosas cantidades de dinero.

El póster de la película elegido por Carpenter no puedo ser azaroso. Nos muestra la estatua del Ángel Caído, de Lucifer, del Lucero. Lo cual de inmediato relacionamos con la escena del ángel torturado por niños. ¿Y si la película lejos de ser satánica era una apología al luciferismo? ¿y si fue destruída por las verdades que revelaba y su director acosado y acallado por ciertos grupos de poder?


También pudo ser incluso una película experimental más del montón, con imágenes impresionables como cualquier otra, pero que lamentablemente fue destruida por una falla en la proyección. Lo que provocó una fuerte depresión en el director y dio paso a la leyenda. Como sea, el mito sigue vivo, alimentándose con cada curioso que cree ver en el cine el material para delirar nuestras conciencias. El Fin Absoluto del Mundo es el Necronomicon de los cinéfilos. La película inexistente capaz de conjurar a los más abruptos demonios de nuestro interior. 

lunes, 2 de febrero de 2015

El Ovni Al Servicio Del Proletariado: Una Breve Introducción Al Marxismo Ufológico









Comunistas y alienígenas se han encontrado en varias ocasiones. En los 50, por ejemplo, Estados Unidos se valió del cine de ciencia ficción clase B para sembrar el miedo a una inminente invasión soviética. Salvo que el forastero acá tomaba forma de extraterrestre, ojalá lo menos antropomórfico posible. La idea de que de la noche a la mañana Washington sería arrasada por una potencia extranjera amenazando el American Way of Life vivía en el inconsciente colectivo del norteamericano promedio. Así como también, la certeza que serían defendidos sin vacilar por sargentos que estaban dispuestos a inmolarse de ser necesario.

El alienígena hablaba un idioma extraño, se comportaba robóticamente y obedecía a su superior sin el menor reclamo. Pues carecía de individualidad alguna; respondía a un colectivo desalmado. Ideas que, claro está, correspondían a la idea del comunismo soviético que manejaban los medios de comunicación estadounidenses y que se esforzaban por transmitir a la población.

Sin embargo, tres décadas antes ya se había usado al extraterrestre en el cine para personificar al comunismo. Pero, en esta ocasión, desde la trinchera contraria; desde la trinchera oficial. Aelita, Reina de Marte de 1924 es un clásico del cine soviético mudo y un precedente de toda ciencia ficción, incluso de Metrópolis de Fritz Lang. En esta película un joven soldado bolchevique viaja a Marte donde inicia una revolución proletaria para derrocar al rey, con la ayuda de la reina Aelita, quien se enamoró de él; ya que nadie se resiste a un bolchevique interestelar. Aunque si bien, la película no fue bien recibida, pues un análisis un poco más fino nos da cuenta de cierta crítica implícita a la revolución, cumple en parte con su fin propagandístico y coincide, de cierta manera, con esta extraña unión entre comunismo y naves espaciales de la cual abusarían los Estados Unidos en el auge de la Guerra Fría.

Ahora bien, lejos de lo propagandístico, marcianos y socialistas tuvieron su encuentro más notable en la mente de uno de los políticos más controversiales de la izquierda argentina: J. Posadas. Seudónimo de Homero Rómulo Cristalli Frasnelli, político trotskista y escritor prolífico que llegó a fundar su propia Cuarta Internacional. En sus textos abarcó un sinnúmero de temas, desde la música a la historia árabe, desde el deporte hasta Beethoven, pasando por la biología y la vida en el espacio, pero siempre intentando acomodarlos a su pensamiento. Tal vez una de las temáticas más polémicas que trató y a la cual se le debe en gran parte su inmortalidad fue su intento de conciliar la posible vida extraterrestre con el pensamiento socialista.


Posadas estaba no solo convencido de la vida extraplanetaria, sino que además aseguraba que de existir estos seres, habrían llegado por sus propios medios a una suerte de socialismo universal y que sus contantes visitas a nuestro planeta tendría como objeto ayudar a la instauración de este sistema socialista extragaláctico. En Posadas vemos al socialismo como una especie verdad universal, en el literal sentido de la universalidad. Podemos creer entonces que Lenin y Marx serían meros apóstoles  de esta Buena Nueva que abrazaría a toda la galaxia. Para él, desde su originalidad sin precedentes, la lucha de clases tenía como escenario la totalidad del cosmos. 

En su panfleto Los platillos voladores, el proceso de la materia y la energía, la ciencia, la lucha de clases revolucionaria y el futuro de la humanidad (1968), Posadas escribe unas palabras que pasarán a la posterioridad, sepultando cualquier otra arenga revolucionaria que haya dicho antes o después:

“Hay que convocar a las masas, crear las condiciones para derrumbar el capitalismo y la burocracia de los estados obreros e instaurar el socialismo. Es necesario decir a los seres de otros mundos, si aparecen, que deben intervenir ya, colaborar con los habitantes de la Tierra para suprimir la miseria, es necesario hacerles ese llamado”.


Según el texto, los extraterrestres en una bondad casi mesiánica que nos recuerdan a los movimientos new age de la ufología, deberían colaborar con los ignorantes seres humanos para la instauración de un sistema capaz de derrocar al capitalismo. Las ideas de Posadas sin embargo no se gestaron de la noche a la mañana, sino que tienen su origen en los delirios escritos por el director del Instituto de Marxismo Leninismo de Praga en un artículo que de inmediato Posadas se encarga de comentar y de incluso debatir. Este artículo que tanto entusiasmó a Posadas bosqueja el grueso del ideario marxista ufológico.

El autor, que se identifica como Ruml, afirma que “el mundo socialista deberá dar la bienvenida a los marcianos y otros representantes de civilizaciones extraterrestres que solamente pueden dar miedo a las sociedades capitalistas. Si existen civilizaciones extraterrestres, ellas tendrán una organización política semejante a la de los países socialistas”. Para Ruml, fuera de nuestro planeta nuestro planeta no existirían las luchas de clases. Pues “cualquier sociedad espacial cuyos miembros sean capaces de entrar en contacto con otras civilizaciones será una sociedad sin clases cuyos miembros tendrán intereses comunes”. Pero Posadas no adhiere sin vacilar a la teoría de Ruml, sino que la recrea en base a sus propias observaciones teóricas, de acuerdo a sus propios reparos.

Sin duda rescata de Ruml  la idea de que si una sociedad es capaz de realizar viajes a otros planetas es porque ha logrado instaurar un socialismo perfecto. Ambos tienen la convicción de que si los extraterrestres tienen una tecnología superior es porque tienen una sociedad superior, definitivamente internacionalista e interplanetaria y que esa sociedad superior ha de ser necesariamente socialista. Por lo tanto, lo más apto era llamar “compañeros” a los alienígenas y articular junto a ellos las bases de una solidaridad intergaláctica, de un comunismo verdaderamente universal.

Estas ideas podrían haber pasado desapercibidas dentro de sus vastos discursos y desvaríos, los cuales no eran ajenos a las polémicas, de no ser porque uno de sus adeptos más fanáticos Dante Minazzoli, termina obsesionándose con esta idea en particular y plasma en  su libro Por qué los extraterrestres no toman contacto públicamente. Como ve un marxista el fenómeno OVNI (1996), un grueso resumen de las teorías posadistas sobre extraterrestres y socialismo galáctico, dando paso  a la primera célula ufomarxista oficial en Italia: M.I.R (Men In Red), desde donde rescatan el anhelo de Posadas por concientizar a las masas para instar a los seres de otros mundos a colaborar con el proceso terrestre hacia el socialismo:

“Para MIR, la ufología, de por sí es una idea revolucionaria porque mete en entredicho la noción de un universo hecho a imagen y semejanza de los terrestres, el UFO se vuelve una oportunidad para reflexionar sobre nuestro propio planeta desde una posición descentralizada, desde una idea de “anomalía” que insertamos en nuestro sistema productivo que identifica todo con la idea de valor. “Ufo al pueblo!”, entonces, para llevar el conflicto de clase allá donde ningún terrestre ha llegado jamás, uniendo nuestra fuerza a la de la disidencia alienígena”. 

El M.I.R italiano adhiere a la clásica  idea que justifica los viajes interplanetarios gracias a un  nivel de cooperación social que estas civilizaciones habrían logrado y que una sociedad como la nuestra aun enfocada en sus conflictos internos no puede siquiera dilucidar sin la ayuda sideral. Las sociedades extraterrestres en todo el marxismo ufológico son tomadas como un modelo utópico, como la materialización del comunismo ideal, donde se han resuelto todas las contradicciones sociales de nuestro planeta. No obstante, los del MIR se alejan del mesianismo de la Nueva Era, advirtiendo que“La ufología radical no es adventista, pero sostiene que una relación correcta con otras formas de vida extraterrestres puede ocurrir únicamente bajo el sello de la lucha contra el capital…".

 Minazzoli a diferencia de Posadas es un ferviente creyente en los aliens. No usa el sútil condicional del argentino, pues no los ve como una posibilidad, sino como una realidad empírica y comprobable,  instándolos no solo a tomar contacto con nosotros sino que también a persuadirnos en pos del socialismo intergaláctico, y de no ser esto posible a imponernos un Pacto Galáctico que nos someta a sus perfectas leyes.  Lamentablemente, reconoce su soledad en estos fines. Alegando que incluso los trotskistas, sus camaradas de ideas,  se ríen de quienes tienen “la manía de los ovnis”. Lo que es tristemente cierto. Hoy en día los posadistas argentinos reniegan totalmente de los postulados ufológicos de su líder y se centran en el estudio de su bibliografía fundamental. De esta manera, el sitio oficial de su aun existente Cuarta Internacional Posadista no posee ningún material referente a la visión de Posadas sobre los platos voladores.

Minazzoli ve  los primeros tiempos con un dejo casi nostálgico. Para él los buenos tiempos fueron los prehistóricos,cuando las sociedades del espacio tomaban contactos con nosotros regularmente, posiblemente enseñando a las primeras civilizaciones los rudimentos del socialismo espacial. Alienígenas convivieron con humanos hasta que “la evolución histórica consagrara la división de clases”. No es difícil ver cierto paralelismo con la historia del jardín del edén, salvo que acá el pecado que alejó al hombre de los dioses-alienígenas no fue la desobediencia divina, sino la creación de la sociedad de clases. Para Minazzoli esta sería nuestra verdadera manzana, el verdadero pecado original que exilió a los dioses comunistas de las estrellas y terminó por condenarnos al capitalismo.

El MIR veía con recelo el estudio ufológico convencional. De hecho, dentro de sus operativos de acción directa boicotearon varios congresos ufológicos, alegando el aburguesamiento del estudio del fenómeno ovni, soltaban volantes donde se leían proclamas para “revolucionar el pensamiento ufológico”, ocultando sus identidades bajo máscaras de los populares grises.

Si bien no se tiene información sobre la cantidad de militantes que tendría el MIR en la actualidad, es posible que parte de sus ideas hayan calado tímidamente en la izquierda internacional. Hugo Chávez en el 2011 durante la celebración del día internacional del agua, declaró sobre un supuesto vapor de agua encontrado en el planeta rojo: “En Marte, yo siempre he dicho, u oído, no sería extraño que en Marte haya habido civilización, pero a lo mejor llegó allá el capitalismo (risas), llegó el imperialismo, y acabó con ese planeta".  Para muchos, Chávez fue solo irónico. No obstante, el MIR habla también de un destructivo capitalismo intergaláctico, un pancapitalismo, como lo llaman ellos, que incluso tendría coartados de libertad a algunos compañeros extraterrestres, tal como reza un fragmento del libro de Minazzolli: “libertad para todos los camaradas alienígenas disidentes detenidos en las prisiones del pancapitalismo endoplanetario”.

Los lazos entre algunos posadistas y el gobierno chavista podrían explicar sin ánimo de especular demasiado ideas como las dichas en vivo por el fallecido gobernante venezolano. Ahora, fuera del posadismo encontramos otras corrientes de la izquierda ufológica, como Alfa y Omega en Perú, cuyos delirios, que llegan a hablar de comunismo y encarnaciones de Jesucristo en un obrero chileno merecen sin lugar a dudas una entrada aparte.

Es posible que muchos comunistas en la actualidad, afianzados al estricto materialismo vean con burla los postulados de Posadas. Los comunistas que conozco, demasiados atados a lo terreno, no imaginan que quizás el problema sea verdaderamente universal. Que la lucha de clases no se limite a nuestro insignificante planeta. Para despertarlos un poco, cabría recordarles estas palabras y prestar atención a su particular autor:

 “Si lográramos establecer comunicaciones interplanetarias, todos nuestros conceptos filosóficos, morales y sociales tendrían que ser revisados. En tal caso, el potencial técnico, no reconociendo más límites, impondría el fin de la regla de la violencia como medio y método de progreso”  


(Vladímir  Lenin)

domingo, 1 de febrero de 2015

Los ovnis del Dictador.







Augusto Pinochet  encabezó la dictadura militar que gobernó Chile desde 1973 hasta 1989, cuando un plebiscito pone el cese a los casi dieseis años en los que el controvertido militar ocupó el cargo de Jefe Supremo de la nación. Su figura cuanto menos polémica, dista mucho de ser enigmática. A diferencia de otros dictadores, Pinochet no perteneció a sociedades secretas ni cultivó su intelecto con premura. De hecho, la personalidad algo campechana del dictador fue siempre motivo de burla. Su perfil ladino se alejaba del estereotipo del dictador brillante dentro de su  mezquindad, del genio maligno que el cine nos había presentado.

 Consciente de sus limitaciones intelectuales se hizo con una biblioteca enorme, evaluada en cerca de tres millones de dólares, donde abundaban ejemplares difíciles de conseguir, valiosos a más no poder.  Tomos que reposaron en una habitación hasta el día de su muerte, acumulando polvo, sin siquiera haber sido hojeados. Muchos tomos los adquirió de dudosas maneras, en remates, con fondos de gobierno, confiscados de museos y colecciones privadas.  Los apilaba de forma obsesiva, presumiendo de una curiosidad intelectual que nunca poseyó.

En su intento por ser reconocido como un hombre de letras, pretendió incluso ser un entendido en Geopolítica. Se consideraba a si mismo como uno de los pocos nombres importantes en este campo. Aunque más tarde se descubrió que sus libros no eran sino plagios de otros.

Tal vez uno de sus intentos más notables por aparentar intelectualidad ya desde su juventud fue su ingreso a la Masonería cuando contaba los 25 años y había obtenido el grado de Capitán. Sin embargo, desde su visión simplista de la vida, nunca logró comprender los principios de la masonería y pidió el retiro. No es difícil imaginarlo enfrascado frente al Manual Del Aprendiz incapacitado de cualquier abstracción, preguntándose por los símbolos y las abreviaciones. Otra versión sugiere que fue expulsado por moroso y otra, mucho más romántica y que ya a estas alturas roza el nivel de leyenda urbana, que fue expulsado por traicionar al compañero masón Salvador Allende. Es más, para algunos Allende habría confiado en él a sabiendas de sus diferencias ideológicas, pero  esperanzado en su lealtad como hermano masón.

A pesar de estas últimas dos versiones, la idea de que Pinochet no logró entender la masonería debido a su imbecilidad cobra muchos adeptos. Aun cuando ya por esos años la masonería había dejado de ser una cuna de la intelectualidad y se comenzaba a perfilar como la mera plataforma de poder que es hoy en día. De seguro, si echamos un vistazo al masón promedio contemporáneo veríamos a muchos que calzan con el perfil intelectual de Pinochet; veríamos como muchos que colman sus biblioteca con tomos que en su vida leerán; ediciones que reposan en los livings aguardando la oportunidad  de aparentar frente a otros.

Pero fue tal vez su personalidad campestre –huasa, más bien-  la que lo alejó de los círculos más intelectuales de la logia a la cual pertenecía. A diferencia de los masones más avezados, Pinochet era un aficionado al esoterismo de feria y un ferviente de esa charlatanería religiosa que raya la mexicanidad. Sin ir más lejos, el día de su atentado cree ver a la Virgen del Carmen entre los astillamientos que dejó la balacera. Una aparición mariana que habría protegido la vida de Augusto Pinochet, algo que rememora las apariciones de la Virgen protegiendo a los soldados realistas en sus luchas contra los araucanos.

Su formación, que mezclaba creencias mágicas populares con un entusiasmo religioso de abuelita, lo había convertido en un supersticioso de primera: utilizaba un anillo con un rubí rojo correspondiente a su signo zodiacal, participó en sesiones de espiritismo que se realizaban en la Moneda, de cuyo resultado la CNI estuvo siempre al pendiente; tenía además a una astróloga de cabecera, a quien acudía ante cualquier decisión que requiera el esfuerzo mental que estaba imposibilitado de hacer. A su vez, consultaba al conocido sionista y uno de los propulsores del Plan Andina, Sergio Melnick, a quien tenía  como su cabalista personal. Incluso llega a otorgarle un puesto dentro del gobierno, desde cuya oficina podemos supones que afianzó los lazos entre el país y el sionismo internacional.

Otros aseguran que tenía un séquito de diecinueve astrólogas o tal vez brujas a su servicio. Un conglomerado mágico que lo guiaba y ayudaba en sus tareas como gobernante y oficiaban protección. Una suerte de escolta mágica de la cual pocos sabemos, pero cuya presencia no pude ser más inquietante. Pues, como todo profesional de la magia que sirva a los poderes fácticos es muy probable que también hayan sido responsables de maldiciones hacia los rivales del General. Tal como ocurre incluso en nuestros días, donde personeros de gobiernos se han visto influenciados por trabajos mágicos.

 También quizás debido a una constante paranoia de ser objeto de ataque, el dictador intentó hacerse con un sinnúmero de objeto sagrados perteneciente a Bernardo O’Higgins, los cuales aparentemente ofrecerían protección a su portador, al más puro estilo de la Lanza de Longinus y la búsqueda de esta que emprendió Adolf Hitler.  No obstante,  este supuesto protectorado mágico fue incapaz de vaticinar el atentado en Cajón del Maipo que casi le cuesta la vida al Comandante en Jefe del Ejército. Aunque a decir verdad, Pinochet sí recibió una inesperada visita un día antes del atentado. Visita que quizás le habría predicho algo sobre el peligro que corría.

Según JJ Benítez, famoso ufólogo y pésimo novelista, quien de cierta manera entabló amistad con Pinochet, un día antes del atentado de 1986, la finca donde este residía fue testigo de un curioso enfrentamiento: nuestra propia Batalla de los Ángeles.

Benítez, quien incluso recibió de forma exclusiva una carpeta sobre El Caso Valdés de manos del mismísimo Pinochet y que tendría acceso a esta clase de documentos clasificados, afirmó hace algunos años que el día previo al atentado un ovni se posó sobre la finca del General, prácticamente aterrizando.

 El objeto, según Benítez, fue visto por su escolta, por carabineros y todo aquel que estaba en el lugar. Sus escoltas más leales comenzaron, aterrados, a abrir fuego, disparando sobre el ovni, sin medir las consecuencias. Al parecer, todo se transforma en un lío, en una balacera inútil dominada por el pánico. Podemos imaginar la escena con balas rebotando y oficiales corriendo presos del terror hacia lo desconocido, orinándose en los pantalones. Dudo que el objeto haya respondido a un ataque tan insignificante. Así que es probable que haya huido al dar cuenta de las hostilidades. Lamentablemente, Benítez no va más allá. Por lo que el resto queda a la mera especulación.

 Como me han dicho varios conocidos, cualquier que se adentre en el esoterismo y lo paranormal, siempre, de alguna forma u otra, termina cayendo en la ufología. ¿Habrá pasado lo mismo con Pinochet? Sobre todo desde El Caso del Cabo Valdés, donde supuestamente tanto el Ejército como él jugaron un papel fundamental, es muy probable que el interés por lo paranormal de Pinochet haya dado un giro hacia la ufología; ¿y por qué no hacia el contactismo? Siguiendo con esta idea, ¿podrían haber sido los ovnis quienes alertaron a Pinochet del peligro que se avecinaba? ¿lo lograron o huyeron ante las hostilidades de los presentes? Como sea ¿Quiénes tripulaban esas naves? ¿Alienígenas o humanos?  No debemos jamás olvidar la teoría de los ovnis nazis en bases antárticas, quienes quizás miraban con muy malos ojos como el país se entregaba al Sionismo.

El ufólogo Jaime Rodríguez asegura tener fuente que la permiten suponer que Pinochet recibía amenazas de extraterrestres, supuestamente debido a la compleja situación política del país. Eso nos lleva a pensar que tal vez, como decía el trotskista de  J Posadas, los extraterrestres son de izquierda. Aunque ese es otro tema que pronto desarrollaremos al hablar de ufomarxismo: la ufología radical.