jueves, 29 de enero de 2015

De El Loco a El Imbecil: Apuntes sobre una tirada de cartas.



Hoy realicé una lectura a primeras horas de la mañana. Es decir, cerca del mediodía. No es recomendable tirar las cartas apenas uno se levanta. Las interpretaciones requieren un esfuerzo mental que un cuerpo sin desayunar soporta a duras penas. Hace un tiempo vi a un youtuber decir que la mayoría de los tarotistas tienen problemas sexuales y de peso. Así que lo primero que hice después de leer las cartas fue masturbarme. De esta forma me aseguro que todo sigue funcionando bien ahí abajo. Sin embargo, al mirarme al espejo me noté más delgado que antes.  Por lo que supuse que leer las cartas puede ser una buena manera de bajar de peso, si es que eres gordo. Pero si eres flaco probablemente alcances el infrapeso tras algunas pocas lecturas. También escuché que era recomendable dar un paseo después de la lectura, pero esos consejos me los paseo.

Además, estoy lejos de considerarme un tarotista. Porque dudo que los tarotistas deban consultar libros en medio de una lectura. Aunque si bien, la lectura de hoy fue bastante fácil y no requirió hojear tanto alguno de mis libros. Sobre todo porque la mayoría de las cartas estaban invertidas, lo que acota un poco el campo de interpretaciones posibles. Utilicé la tradicional tirada en cruz, por ser la más expedita para consultas rápidas. Intentaré acá dar la visión general de esta tirada. Con la intención de dejar un registro que pueda consultar a medida que avanzo en mis estudios.

La pregunta, como en la mayoría de los casos, se refería a la situación sentimental de mi consultante. Cuestión que me delira. Cuando me preguntan sobre el amor, me vuelvo un maniático. Porque nadie pregunta sobre el amor estando bien. Por lo tanto, me preparo para las peores cartas. Aquellas que son mis favoritas; y como siempre, no me equivoqué. Vi desfilar ante mis ojos un carnaval de arcanos invertidos cada uno más temible que el otro.

La primera carta, que reflejaría la situación actual de la consultante, era El Carro. En esta ocasión, invertida. De haber estado en la posición normal sería una buena carta. Simboliza progreso, el constante avance, etcétera. Por lo que en materia amorosa, sería la raja. Pero invertida, como hemos de supones, vendría a significar todo lo contrario: es la carta del desorden, del efecto dañino, del desamor por antonomasia. Pero no de cualquier desamor, sino de aquel que te daña y te impedirá, al menos por un buen tiempo, avanzar y dar vuelta la situación, poner al arcano en su sentido original.

 En el camino entonces nos veremos enfrascados en discusiones y otros tormentos que incluso pueden afectarnos físicamente: enfermedad, depresión. Pues el Carro invertido es en gran parte eso: una bienvenida a los efectos más malignos del amor. Las personas a quien esta carta suele salirles en las tiradas, fracasan en las relaciones porque no se comportan ni en este ni en ningún otro aspecto de su vida como dicta el constructo de la normalidad. No avanzan como lo haría un carro,  siguiendo la línea recta que otros han construido. Sino que optan por delinear sus propios caminos. Cuestión que las aleja del resto y obliga a los otros, desacostumbrados a este tipo de personalidades, a hacer lo imposible para moldear a estas personas de acuerdo a sus caprichos personales. En este caso, existe la necesidad de moldear a la consultante de acuerdo a la idea de mujer imperante en la mente del otro.  Idea que obviamente se aleja de la naturaleza de la consultante.

 La segunda carta, aquella que entregaría, supuestamente, ciertas pautas sobre lo que la consultante debe evitar en pos de una vida más armónica, comenzó a revelarme las razones del daño que según la primera carta se veía expuesta. Acá se desvelaría la razón de su fracaso y, por supuesto, aquello que debería evitar para no volver a caer y lograr avanzar siguiendo el camino que ella misma habría forjado.

 Esta  carta corresponde a la de El Loco, uno de mis arcanos predilectos. Es bastante buena, a mi parecer. Me deleita verla aparecer en mis tiradas, sobre todo cuando me leo las cartas a mí mismo. Sin embargo, en esta ocasión, tal como sucedió con la carta anterior, se encontraba invertida. Acá ya el Loco no está caminando sin rumbo ni preocupaciones, ansioso de aventuras y del goce del instante. Sino que ha caído y ha detenido su marcha, su vacilar. Ha dejado de seguir su propio camino para adentrarse en otro que no le corresponde. Acá el Loco  ha elegido, pero ha elegido dentro de su incertidumbre que representa.  Sin racionalizar, sin esperar el juicio, y en esta elección ha encontrado su error.

 El Loco ha pasado de la locura a la imbecilidad. Ha abandonado su propio camino, tal vez sin rumbo, pero aun así seguro, para tomar el camino fácil y ahí ha perdido su esencia, su locura y originalidad. Se ha dejado domar, se adentra en el camino menos pedregoso, pero, así y todo, cae estrepitosamente. Y en esa caída damos cuenta de toda su imbecilidad. El Loco invertido es El Imbécil. Aquel que intenta ir en contra de su propia naturaleza, que cree verse superado y piensa  tener el juicio claro a la hora de tomar una decisión. Sin notar que se condena al abandono, el dolor y a las complicaciones.

El error de muchos tarotistas es que toda carta que suponga una elección la suelen relacionar con la elección entre posibles parejas. No siempre es así, muchas veces tomar una decisión puede limitarse a elegir entre estar solo o con alguien, entre esperar más tiempo o no, etcétera. El problema sucede cuando la consultante está atada al goce material de manera tal que este le urge tomar una decisión apresurada. Le insta, por tanto, a comportarse como un imbécil.

La tercera carta nos debería indicar el camino que la consultante ha de tomar. Pero prefiero en este caso interpretarla de otra manera: según lo que pude ver, nos indicaba el camino que la consultante habría estado tomando. El cual sería la causa de lo dicho en las cartas anteriores. El Emperador en posición invertida refleja lo contrario a lo que simbolizaría usualmente: la prudencia, la espera, la decisión mesurada antes de actuar, la inteligencia o más bien, el saber actuar inteligentemente. Invertido entonces simboliza todo lo contrario: acá hay ruptura, pérdida del dominio y caída. El actuar no es inteligente, es, para seguir con el arcano anterior, un actuar imbécil. Digno de una decisión apresurada, fraguada en la indecisión. Es la carta también de quien le exigen más de lo que puede dar, remitiéndonos a la primera carta: lo que detiene el avanzar de la consultante es el hecho de estar siendo constantemente exigida a cumplir roles que no calzan con su personalidad. 

 La carta del centro que daría las pautas, por decirlo así, para la correcta interpretación del resto de los arcanos y que funcionaría como una suerte de motor del resto o más bien como la respuesta directa a la pregunta remite a su vez a esta misma idea de indecisión, capricho y superficialidad a la hora de las elecciones. Lo que es una verdadera pena. Pues la carta en cuestión es la Emperatriz, pero invertida. La Emperatriz en su posición original es una carta de domino espiritual, de inteligencia, éxito y creatividad. Invertida es una carta destructiva, que señala una mala decisión o más la constante duda e indecisión. La imposiblidad, por lo tanto, de efectuar decisiones y que al ser tomadas mediante la presión o la necesidad del goce material, son erradas y apresuradas. Refleja entonces una falta de lógica en la consultante, una predilección por satisfacer el aspecto superficial, la necesidad de ser adulada y de presumir.  Pero, aquí viene lo interesante, la posibilidad de enmendar ese error. Por lo tanto, todo lo dicho anteriormente, así como siempre sucede en el tarot, no es definitivo. Sino que puede enmendarse y de esta forma dirigirnos a la última carta, la que nos entrega la solución, el resultado al problema y cuyo camino ahora, que la consultante ha identificado sus falencias por medio de la lectura, es más claro y alcanzable. Esta carta fue la única que no salió invertida. Lo que nos indica de partida algo bueno: La Justicia.

Si la consultante logra enmendar sus falencias. Evitando, entonces, caer en malas y superficiales decisiones que la saquen de su camino propio, evitando a su vez, el que otros le indiquen como actuar, como desenvolverse, evitando, en síntesis,  el que no la dejen actuar bajo sus propios parámetros, podrá entonces alcanzar el equilibrio y con el equilibrio viene la claridad. La claridad necesaria para saber qué se quiere en la vida y poder tomar decisiones prudentes que la beneficien emocionalmente y la lleven a ser una persona más madura, capaz de por ejemplo, lograr cierta estabilidad en este y otro ámbitos. Todo esto siempre y cuando logre superar las trabas y apegos materiales que le hacen difícil tomar una decisión con la claridad mental necesaria. La justicia tarda pero llega. Como tarea, la consultante deberá esmerarse en dar vuelta las cartas y de volver a ser La Emperatriz que siempre fue.   



miércoles, 28 de enero de 2015

Consideraciones sobre las Visitas de Dormitorio.





Poco tiempo después de aprender a leer comenzó a gestarse en mí el interés por el fenómeno ovni. Las revistas de una  amiga de mi mamá quien decía haber sido abducida, los recortes de mi abuelo y los en ese entonces serios reportajes sobre ufología en la televisión alentaron mi curiosidad. Una noche pasaron una nota sobre las llamadas visitas de dormitorio. Hablaban de cómo los grises se aparecían a los pies de la cama de personas al azar, para generalmente abducirlos y hacerles macabros experimentos. Esa noche el miedo se apoderó de mí. Temía despertar en medio de la noche con dos grandes y ovalados ojos extraterrestres mirándome fijamente. Temía enormemente que me llevaran en sus naves y me introdujeran sondas por el poto. Así que ideé un método de defensa infalible: dormiría tapándome por completo. Sin siquiera dejar que se asomara un pelo de mi cabeza. De esta manera engañaría a cualquier presencia alienígena que pretendiese visitarme. Han pasado dieciocho años y no me he esforzado en perfeccionar mi espléndido camuflaje. Me sigue dando tan buenos resultados como el primer día, hasta la fecha jamás he despertado en la mesa de operaciones de alguna civilización extragaláctica y en parte me enorgullezco del sistema de defensa que he creado. Lo malo es cuando debo dormir en una cama que no es la mía. Se me hace imposible conciliar el sueño, sobre todo cuando las sábanas no logran taparme por completo. Comienzo a desesperarme y a temer una casi inevitable abducción. Tiemblo, sudo e imploro porque todos le tomen el peso a la horrorosa posibilidad de ser visitados de improviso por hombrecillos cabezones. 

Consideraciones sobre los libros usados.







Por varias razones prefiero los libros usados. Luego de comprarlos suelo hojearlos en busca de anotaciones, hojas secas y tonteritas de ese estilo. Me he encontrado con fotos familiares, postales, boletos de micro, etcétera. Ayer me encontré con una cartulina recortada en forma de corazón donde se leía "Miguel, erís muy lindo". Pensé en la chica que lo había escrito: tímida, iba todas las semanas a sacarle libros con tal de tener un tema de conversación con él; jamás pudo armarse de valor para decirle que lo quería. Quise correr para avisarle que el amor había llegado a su vida en formar de corazón mal recortado. Pero pensé en que al enterarse de esto, probablemente Miguel dejaría de ser un pobre y triste hueón; dejaría entonces su adicción a las drogas duras y, con esto, dejaría de vender libros a precios angustia. Por lo tanto, su felicidad no me convenía. La felicidad ajena nunca nos conviene.

De pronto me vi en pelota sujetándome el pene erecto y acercándolo al teclado entre risitas idiotas...






De pronto me vi en pelota sujetándome el pene erecto y acercándolo al teclado entre risitas idiotas. Mi intención era tan simple como ridícula: escribir un estado presionando las teclas con mi tula. Solo podía pensar en el orgullo que me invadiría al ver realizada mi empresa y en tu reacción al saberlo. Pero para bien o para mal, me detuve a tiempo. Aproveché mi desnudez para ducharme y ahí, con el agua cubriéndome el rostro, comenzar a llorar.




Un relato sobre fútbol


En la básica los partidos de fútbol se debatían entre dos equipos seleccionados previamente por los más bacanes del curso: Los Buenos, conformado por los jugadores más diestros; y Los Malos, escuadra donde militaban los más débiles y enclenques. En esta última abundaban los gordos y esqueléticos; los afeminados y los de dudosa estabilidad mental. Todos los rechazados que el resto apuntaba en los recreos. Yo tuve la oportunidad de defender el arco de Los Malos durante toda mi enseñanza básica. Una vez le atajé un penal a Cristian Acosta, figura estrella de nuestro único equipo rival y el más mino del curso. Pero los buenos hacían a su vez de árbitros de los encuentros y tuvimos que repetir el penal hasta que la pelota entrara en mi red.

Una vez fui yo quien trajo la pelota y puse como condición a su uso formar parte de Los Buenos. Accedieron y tuve el juego de mi vida. Ahí estaba yo, haciendo equipo junto a los más fuertes y encachados del colegio, jugándome la titularidad en cada atajada. Pero alguien tiró la pelota a la casa vecina y no la pudimos recuperar. El juego se detuvo y volví a mi realidad; regresé a casa acompañado de los mismos marginados que hasta hace unos minutos había creído mis rivales. Aquel pelotazo fue un cable a tierra, una forma que tenía el universo de decirme que no importaba cuánto lo intentase, pues yo siempre sería el portero titular de Los Malos; que tampoco importaban mis esfuerzos, porque al final del día siempre terminaré entre fletos, locos y guatones viendo desde un rincón como los Cristian Acosta y Felipe Orellana celebraban sus triunfos en nuestras poco agraciadas caras.


Ya no juego ni me interesa el fútbol pero agradezco haber defendido los inexistentes colores de la selección de malos para la pelota. Ahí aprendí a embarcarme en misiones de antemano perdidas y hacer del ridículo una rutina.