martes, 19 de febrero de 2019

En torno al lobizón.

En Argentina existe la llamada Ley de Padrinazgo Presidencial, promulgada por primera vez por Juan Domingo Perón. La Ley consiste en que el presidente de turno asume como padrino del séptimo hijo varón de una misma familia, otorgándole una beca y tal vez un diploma. Qué bien, dice la gente. El gobierno se preocupa, corean. Pero nada más lejano a la realidad. Al gobierno le preocupan las consecuencias nefastas que podría traer ese niño. Pues se sabe que el séptimo hijo de una misma camada trae consigo la maldición del lobizón. Según esta creencia popular, el séptimo de los hermanos está condenado a convertirse en hombre lobo todos los viernes de luna llena por la noche. O, en caso de no poderse los viernes, los martes. La única forma de revertir esta maldición es por medio del padrinazgo del gobernante de turno quien ofrece una suerte de protección mágica. Antes de este decreto muchos séptimos niños fueron abandonados y sacrificados ante el temor de los padres de estar criando a un hombre lobo. Si usted se encuentra con un lobizón en su camino debe achuntarle una bala de plata bendecida en siete iglesias. Ya saben, algo que todos cargamos en nuestros bolsillos. En cuanto a gustos culinarios, la comida favorita del lobizón es la caca. Por lo que se sugiere no cagarse en los pantalones al divisar a uno de estos especímenes.


Febrero 2018

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