viernes, 22 de mayo de 2015

Sobre Enamoramiento y Onanismo.







Se supone que me enamoré por primera vez a los dieciséis. Pero yo no sé como comprobar cuándo uno está enamorado. De hecho, nadie lo sabe; a excepción de mi compañero Diego. Él me llevó a un rincón de la sala de clases y con un semblante de seriedad admirable para un puberto me pregunta «¿te has pajeado pensando en la Camila?» Con vergüenza le contesto que no, que me masturbaba con el cedé de minas empelotas que circulaba entre los varones del curso. Ese que llevaba un poco sospechoso rótulo que solo decía “Compilado”. «Entonces estás enamorado», me dice no sin un dejo de lástima y preocupación. Yo quedé pal pico, negrísimo. Pero lo acepté sin más. Sin siquiera cuestionar el método de comprobación recién efectuado. Hoy puedo confesar que me he masturbado pensando en casi todas las mujeres que conozco. Cuando el catálogo se me acaba, voy intercambiando las partes pudendas de una con la cara de otra. Así mis necesidades onanistas se convierten en sublimes ejercicios de creación estética. Voy creando engendros personalizados que rozan la perfección, pero me enamoro tanto de estas que no puedo seguir otorgándome placer. Solo entonces vuelvo a las palabras de mi compañero y comienzo a  encontrarles  razón.Y es que tal vez solo puedo enamorarme de los remixes femeninos que he creado para deleite personal. Y de ella, claro está. Mala esa, muy mala. 

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