El impacto que ha generado la renuncia de Messi me parece un
ridículo. Yo renuncié al amor tras quedar relegado varias veces a segundos
lugares y verme convertido en un constante espectador del festejo ajeno. Sin
embargo, no veo a nadie escribiéndome cartas ni perdiendo la cabeza por esto.
Aun cuando se sabe que yo soy algo así como el Messi del romanticismo, el diez
del sentimentalismo de avanzada.
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