a J.A.Q
Te
extraño con el desgarro de un exiliado. Como a quien lo arrancan de su hogar
sin siquiera darle el tiempo de armar una maleta, de improvisar una despedida,
de pisotear un último cigarro y despiertas
arrojado en calles que desconoces, de las cuales solo te han contado,
cargando un cuerpo inconcluso, tambaleándote por ayuda. Pero acá no reconocen
tu cuerpo, ni hablan tu lengua y los aldeanos se persignan ante tus heridas. Pasa
que sangran mucho; las creen estigmas. Te extraño con el dolor del apátrida,
del más errante de los hombres. Aquel cuyo hogar es ahora un extravío, un apartado
deshojado, un país inexistente.
Te amo. Gracias por amarme de manera desmedida.
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