¿Por
qué me grabas? Me preguntas insistente entre risas y yo no tengo respuesta
alguna. Bueno, es tu manera algo extraña de amarme te respondes ya rendida a mi
manía por documentar hasta el más imperceptible de tus gestos, como si fueses
el más bello de los hallazgos, el más extraño de los sucesos. Como si fueses un
avistamiento ufológico, de esos que narras y nadie cree a menos que cuentes con
un tembloroso registro. La evidencia, se les dice. Yo te grababa con la pasión
de un ufólogo escrutando los cielos, nervioso, incrédulo, a sabiendas que te irías
pronto, susurrando una plegaria en sumerio que me permita retenerte unos
segundos más y de antemano convencido que este encuentro nadie lo creerá.
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