Tienes
que motivar al sexto básico con el Simce, me dice la directora. Nosotros nos
jugamos la vida en esta evaluación. Tienes que motivarlos, me insiste. Decirles
lo importante que esta prueba, que representarán al colegio, que no hay vida
más allá del Simce, que es nuestro delirio, nuestra condena. Ya los estoy
motivando, le digo. Y cómo me pregunta inquisidora. Les digo que tienen que
ganarles a los cuicos. Cómo, me mira incrédula. O sea, les digo que los
colegios con mejores puntajes son de cuicos y que hay que ganarles porque somos
pobres. Así convertí al Simce en una lucha de clases. Quiero que mis alumnos me
recuerden mientras se sublevan contra el patrón, mientras le cortan la cabeza
al burgués, mientras le lanzan pollos al facho de turno. El ponerme la camiseta
del colegio me importa una mierda.
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