domingo, 1 de febrero de 2015

Los ovnis del Dictador.







Augusto Pinochet  encabezó la dictadura militar que gobernó Chile desde 1973 hasta 1989, cuando un plebiscito pone el cese a los casi dieseis años en los que el controvertido militar ocupó el cargo de Jefe Supremo de la nación. Su figura cuanto menos polémica, dista mucho de ser enigmática. A diferencia de otros dictadores, Pinochet no perteneció a sociedades secretas ni cultivó su intelecto con premura. De hecho, la personalidad algo campechana del dictador fue siempre motivo de burla. Su perfil ladino se alejaba del estereotipo del dictador brillante dentro de su  mezquindad, del genio maligno que el cine nos había presentado.

 Consciente de sus limitaciones intelectuales se hizo con una biblioteca enorme, evaluada en cerca de tres millones de dólares, donde abundaban ejemplares difíciles de conseguir, valiosos a más no poder.  Tomos que reposaron en una habitación hasta el día de su muerte, acumulando polvo, sin siquiera haber sido hojeados. Muchos tomos los adquirió de dudosas maneras, en remates, con fondos de gobierno, confiscados de museos y colecciones privadas.  Los apilaba de forma obsesiva, presumiendo de una curiosidad intelectual que nunca poseyó.

En su intento por ser reconocido como un hombre de letras, pretendió incluso ser un entendido en Geopolítica. Se consideraba a si mismo como uno de los pocos nombres importantes en este campo. Aunque más tarde se descubrió que sus libros no eran sino plagios de otros.

Tal vez uno de sus intentos más notables por aparentar intelectualidad ya desde su juventud fue su ingreso a la Masonería cuando contaba los 25 años y había obtenido el grado de Capitán. Sin embargo, desde su visión simplista de la vida, nunca logró comprender los principios de la masonería y pidió el retiro. No es difícil imaginarlo enfrascado frente al Manual Del Aprendiz incapacitado de cualquier abstracción, preguntándose por los símbolos y las abreviaciones. Otra versión sugiere que fue expulsado por moroso y otra, mucho más romántica y que ya a estas alturas roza el nivel de leyenda urbana, que fue expulsado por traicionar al compañero masón Salvador Allende. Es más, para algunos Allende habría confiado en él a sabiendas de sus diferencias ideológicas, pero  esperanzado en su lealtad como hermano masón.

A pesar de estas últimas dos versiones, la idea de que Pinochet no logró entender la masonería debido a su imbecilidad cobra muchos adeptos. Aun cuando ya por esos años la masonería había dejado de ser una cuna de la intelectualidad y se comenzaba a perfilar como la mera plataforma de poder que es hoy en día. De seguro, si echamos un vistazo al masón promedio contemporáneo veríamos a muchos que calzan con el perfil intelectual de Pinochet; veríamos como muchos que colman sus biblioteca con tomos que en su vida leerán; ediciones que reposan en los livings aguardando la oportunidad  de aparentar frente a otros.

Pero fue tal vez su personalidad campestre –huasa, más bien-  la que lo alejó de los círculos más intelectuales de la logia a la cual pertenecía. A diferencia de los masones más avezados, Pinochet era un aficionado al esoterismo de feria y un ferviente de esa charlatanería religiosa que raya la mexicanidad. Sin ir más lejos, el día de su atentado cree ver a la Virgen del Carmen entre los astillamientos que dejó la balacera. Una aparición mariana que habría protegido la vida de Augusto Pinochet, algo que rememora las apariciones de la Virgen protegiendo a los soldados realistas en sus luchas contra los araucanos.

Su formación, que mezclaba creencias mágicas populares con un entusiasmo religioso de abuelita, lo había convertido en un supersticioso de primera: utilizaba un anillo con un rubí rojo correspondiente a su signo zodiacal, participó en sesiones de espiritismo que se realizaban en la Moneda, de cuyo resultado la CNI estuvo siempre al pendiente; tenía además a una astróloga de cabecera, a quien acudía ante cualquier decisión que requiera el esfuerzo mental que estaba imposibilitado de hacer. A su vez, consultaba al conocido sionista y uno de los propulsores del Plan Andina, Sergio Melnick, a quien tenía  como su cabalista personal. Incluso llega a otorgarle un puesto dentro del gobierno, desde cuya oficina podemos supones que afianzó los lazos entre el país y el sionismo internacional.

Otros aseguran que tenía un séquito de diecinueve astrólogas o tal vez brujas a su servicio. Un conglomerado mágico que lo guiaba y ayudaba en sus tareas como gobernante y oficiaban protección. Una suerte de escolta mágica de la cual pocos sabemos, pero cuya presencia no pude ser más inquietante. Pues, como todo profesional de la magia que sirva a los poderes fácticos es muy probable que también hayan sido responsables de maldiciones hacia los rivales del General. Tal como ocurre incluso en nuestros días, donde personeros de gobiernos se han visto influenciados por trabajos mágicos.

 También quizás debido a una constante paranoia de ser objeto de ataque, el dictador intentó hacerse con un sinnúmero de objeto sagrados perteneciente a Bernardo O’Higgins, los cuales aparentemente ofrecerían protección a su portador, al más puro estilo de la Lanza de Longinus y la búsqueda de esta que emprendió Adolf Hitler.  No obstante,  este supuesto protectorado mágico fue incapaz de vaticinar el atentado en Cajón del Maipo que casi le cuesta la vida al Comandante en Jefe del Ejército. Aunque a decir verdad, Pinochet sí recibió una inesperada visita un día antes del atentado. Visita que quizás le habría predicho algo sobre el peligro que corría.

Según JJ Benítez, famoso ufólogo y pésimo novelista, quien de cierta manera entabló amistad con Pinochet, un día antes del atentado de 1986, la finca donde este residía fue testigo de un curioso enfrentamiento: nuestra propia Batalla de los Ángeles.

Benítez, quien incluso recibió de forma exclusiva una carpeta sobre El Caso Valdés de manos del mismísimo Pinochet y que tendría acceso a esta clase de documentos clasificados, afirmó hace algunos años que el día previo al atentado un ovni se posó sobre la finca del General, prácticamente aterrizando.

 El objeto, según Benítez, fue visto por su escolta, por carabineros y todo aquel que estaba en el lugar. Sus escoltas más leales comenzaron, aterrados, a abrir fuego, disparando sobre el ovni, sin medir las consecuencias. Al parecer, todo se transforma en un lío, en una balacera inútil dominada por el pánico. Podemos imaginar la escena con balas rebotando y oficiales corriendo presos del terror hacia lo desconocido, orinándose en los pantalones. Dudo que el objeto haya respondido a un ataque tan insignificante. Así que es probable que haya huido al dar cuenta de las hostilidades. Lamentablemente, Benítez no va más allá. Por lo que el resto queda a la mera especulación.

 Como me han dicho varios conocidos, cualquier que se adentre en el esoterismo y lo paranormal, siempre, de alguna forma u otra, termina cayendo en la ufología. ¿Habrá pasado lo mismo con Pinochet? Sobre todo desde El Caso del Cabo Valdés, donde supuestamente tanto el Ejército como él jugaron un papel fundamental, es muy probable que el interés por lo paranormal de Pinochet haya dado un giro hacia la ufología; ¿y por qué no hacia el contactismo? Siguiendo con esta idea, ¿podrían haber sido los ovnis quienes alertaron a Pinochet del peligro que se avecinaba? ¿lo lograron o huyeron ante las hostilidades de los presentes? Como sea ¿Quiénes tripulaban esas naves? ¿Alienígenas o humanos?  No debemos jamás olvidar la teoría de los ovnis nazis en bases antárticas, quienes quizás miraban con muy malos ojos como el país se entregaba al Sionismo.

El ufólogo Jaime Rodríguez asegura tener fuente que la permiten suponer que Pinochet recibía amenazas de extraterrestres, supuestamente debido a la compleja situación política del país. Eso nos lleva a pensar que tal vez, como decía el trotskista de  J Posadas, los extraterrestres son de izquierda. Aunque ese es otro tema que pronto desarrollaremos al hablar de ufomarxismo: la ufología radical.





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